Una leyenda del banquillo y otro que va camino de marcar una época
Herbalife Gran Canaria hizo en la primera semifinal un “Aíto”. El segundo en 48 horas. Una vez más el estilo de Alejandro García Reneses marcó un partido y un torneo entero. La capacidad magistral para convertir a un grupo de buenos, pero no excepcionales, jugadores en un grupo competitivo, coral y generoso. Una habilidad que ha desarrollado durante más de 35 años de magisterio. Desde el Cotonificio hasta este Gran Canaria, equipos rocosos, seguros. Apoyados en gigantes lentos (Omic, Archibald, Dueñas, Trumbo, Kazanowski) y siempre caracterizados por una fe inagotable en sí mismos. Alguien debería hacer ya un documental sobre este genio odiado y admirado, capaz de ganar títulos y al tiempo hacer debutar a generaciones enteras de promesas (Andrés Jiménez, Montero, Navarro, Gasol, Ricky Rubio…).
Así que el Dominion Bilbao creyó ganar el partido durante 25 minutos, gracias a su alegría ofensiva y juego rápido. Hasta que la rotación del Granca se hizo más rigurosa, hasta que Omic, Aguilar y Oliver bloquearon su juego de ataque. El parcial del último cuarto lo dice todo: 16-33. Espectacular. La seguridad con la que dominó el final de partido el Granca un alarde.
La otra semifinal fue la demostración palpable de que esta iba a ser la mejor copa de los últimos años. El Real Madrid ganó por 6 puntos, pero el partido fue un pulso entre dos equipos ganadores. Esa es su mejor definición: Es la pasta de la que están hechos. Baskonia sin duda el equipo más en forma, aguerrido hasta extremos sorprendentes. Pero el Madrid es un grupo en su madurez competitiva, con un líder natural: Sergio Llull. Este equipo, esta generación se recordará por el combo de Mahón. Su estilo ha definido al equipo, a la plantilla. Su potencia y rapidez determinan el estilo de juego del mejor ataque de Europa. Y a eso ahora añade la determinación para decidir en los momentos de la verdad.
Antesala de la mejor final desde hace años.